Hay intimidades que se cuentan…sí, hoy por ejemplo debía levantarme temprano, la idea como siempre era hacer mi cuarto, dejar ordenada la cocina, darle de comer a Teva e irme al trabajo. Por tiempo, sueño y mis «celestecosas forever» terminé con un dormitorio doblemente desordenado, una cocina medianamente limpia y un cachorro medianamente feliz, claro, comió pero se tuvo que quedar de «boss» y solo.
A medida que se acercaba la hora de regresar a casa debo confesar que ganas de llegar no tenía, debido al caos que se había instalado temprano en mi morada.
Después de manejar pausado escuchando mi lista de «canciones que me gustan» de Spotify y mascullando ciertas ideas, dudas, actuares (de terceros y mías), llegué a mi refugio a terminar con aquello que no había si quiera empezado durante la mañana. Mi costumbre siempre ha sido moverme en las sombras hasta entrar en mi cuarto o la cocina, el Creador me regaló un par de pulentos ojos que se adaptan muy bien en la oscuridad. Fue entonces que al ir acercándome a mi habitación, noté que algo andaba mal. O tal vez bien. (Todo esto fue rápido, en milésimas de segundos mientras caminaba a mi dormitorio) ¿Por qué digo bien? Porque el caos producto «celestecosas» matutino estaba ausente. Inmediatamente reparé que todo estaba en orden y no sólo eso. Sobre mi cama (minuciosamente hecha), observé uno, dos, tres, cuatro y cinco libros dispuestos de manera mágica. La saga completa de Canción de Hielo y Fuego. Gracias a HBO conocido como Juego de Tronos. En el transcurrir de los segundos pasé de la sorpresa, intriga, estupefacción, asombro, alegría (todo al mismo tiempo que brotaban incontrolables lágrimas con sabor a risas desde mis ojos).

Claro, para mí fue fácil saber quien era responsable de tan singular sorpresa porque cuando compartes lágrimas, sueños y risas con alguien, terminas conociendo detalles exquisitos de esa persona, como la forma en que pondrá la colcha sobre tu cama, el modo de doblar la ropa, el cuidado único con el cual acomodará tu mundo sin pasarlo a llevar. Mi mejor amiga, no podía ser otra persona. Por supuesto mi reacción inmediata fue llamarla…
…Hoy, Dios entró en mi casa, ordenó el caos que sin querer se presentó esta mañana y no sólo eso, me endulzó el día con un bello regalo…
Más minutos o menos, todo es relativo, la Luz siempre, siempre, siempre actúa del mismo modo con cada arribo de caos a nuestra vida, el Creador se manifiesta trayendo orden y bendición extra ¿El secreto? Suelta, no busques controlar el caos, no lo encasilles, sal de tu metro cuadrado a nivel conciencia, deja espacio para que la Luz HAGA Y SEA. Mientras antes cedas más pronto recibirás el regalo.
Dedicado a Verónica por su modo especial de sorprenderme cada agosto.