¿Alguna vez haz sentido admiración o aquel interés inexplicable por ciertas personas?, hablo de aquellos que te provocan asombro por lo que hacen o seres con las cuales sientes una conexión única y especial. No aludo al tipo de admiración que pueda tener un fan hacia su artista favorito, si no más bien de algo mucho más profundo e íntimo, de aquellas personas comunes que se tornan especiales, pero claro, obviamente no lo sabes hasta después de conocerla.
Encontrarte con el alma que anhelas conocer desde hace tiempo debería suponer ansiedad, extásis y emociones varias. Lo cierto es que para mi las dos ocasiones que he pasado por esto se ha sentido de lo más ordinario.
No quiero que se mal interprete, cuando lo describo como ordinario me refiero a esa simpleza y cotidianidad que fluye natural al juntarse con nuestro mejor amigo ¿Lo has vivido verdad? Sólo que es una sensación que consigues tras años de amistad, de mucho compartir, risas, lágrimas, momentos absurdos y otros vergonzosos, así también momentos de éxito, triunfo, penas y derrotas. En fin, el compendio perfecto que regala una vida compartida con aquellos que endulzan tu día a día.
En mi andar por esta maraña de caminos envueltos en sensaciones y emociones, he descubierto, como dije al inicio, que cuando tu alma espera se concrete el encuentro con otra alma, te llevará a ella de los modos más misteriosos. Me inclino a pensar que venimos a este mundo con un contrato firmado previamente y aquellas personas (almas) que marcaran tu vida, créeme, nunca serán un encuentro fortuito. Podrán pasar largos años para ese encuentro y cuando sucede te lo aseguro, será de lo más ordinario. Más tarde sentirás que aquella persona la conoces de toda una vida y seguramente sea así ¿Porqué no pensar entonces que venimos ligados de vidas anteriores, donde ya «fuimos» y hemos pactado seguir «siendo» almas amigas en esta nueva vida?
Comienza como un susurro en alguna de las dos almas, luego se transforma en interés mutuo (hasta probablemente cargado de ego) ego que sólo será cómplice en ese reencuentro y termina con una sútil y aparente casualidad pasajera, efímera, pero que te hará sentir una conexión eterna.
Afortunados aquellos que saben reconocer ese reencuentro hace tanto tiempo pactado.